domingo, 3 de junio de 2012

Sin palabras, sobran las palabras. Cata de vinos del Equipo Navazos


Prólogo a la parte 1

En estos pocos meses y posts que llevo escribiendo en este blog, desde luego ya voy aprendiendo cosas. O al menos intentándolo. Una de esas cosas es que, no siempre, la manera en la que uno quiere transmitir es la esperada por el receptor. Y entonces, aunque uno ponga todo su énfasis, el mensaje llega distorsionado, o directamente se pierde en el camino. Creo que eso podía ocurrir fácilmente con posts como los que escribo dedicados a catas. No encuentro la manera de sentirme satisfecho con versiones muy resumidas, porque a veces tengo tanto que decir de vinos que me emocionan... ¡Es que ese es el motivo por el que tengo un blog!! Y desde luego, la sintaxis no es mi fuerte. Así que de momento, la primera solución que he encontrado es fraccionar los posts en partes. Entendiendo que para muchos la cantidad de líneas que despliego para una crónica de este estilo son más de las que tolerarían para en blog, y supera el tiempo que desean dedicarle; espero que unas entregas diseccionadas, parciales, faciliten su lectura y sean más amenas, aunque no expresen de una vez la totalidad del contenido que deseo transmitir. Sí alguno quiere dejar alguna opinión o comentario, siempre son bienvenidos. Y como justamente hablo de no extenderme, termino este prólogo... aquí.



Sin palabras, sobran las palabras.
Cata de vinos del Equipo Navazos

Decimos que algo nos ha dejado sin palabras cuando, por la sorpresa que nos produce, nos impide articular algo coherente. Y también, cuando algo, por sus características, supera nuestra capacidad de describirlo. Decimos que de algo sobran las palabras cuando ya esta todo dicho, cuando aquello que describimos no necesita presentación, o cuando su expresión es tan rotunda que cualquier descripción es redundante.
Así, aunque estos términos, sin y sobran, parecen casi antagónicos, ambos describen mis sensaciones a la hora de hablar de los vinos del Equipo Navazos.
Los hay que te dejan mudo, atónito, preguntándote si de verdad es posible eso que te estas bebiendo. Los hay que simplemente los acercas a la nariz, les das un sorbo, y no te queda más que sonreír, satisfecho. Y siempre es un sorpresa,  un placer, una satisfacción enorme, beber cualquiera de estas maravillas que tan sabiamente se escogen para etiquetar con el sencillo apelativo de “la Bota de”, y un número, y que dieron un soplo de aire fresco al marco de Jerez como no había tenido en años.
Junto a Jesús Barquín y Eduardo Ojeda, cuerpo y alma del Equipo Navazos, nos preparamos un grupo de afortunados y yo a catar algunas novedades, algunas clásicas, y algunas de las botas más míticas de la selección que ya va por el 34, y sigue...
Comenzamos por la última edición de su Manzanilla, Bota 32, procedente de una selección de 20 toneles de la casa sanluqueña Sánchez Ayala. Un vino de nariz punzante, compleja, muy salina, con notas de frutos secos, sobre todo pieles de avellanas tostadas, y unas sugerentes notas de flores secas y, añadiendo frescura, piel de limón. La boca, muy punzante, afilada y precisa, muy fresca, de gran acidez, salina y sabrosa, con una buena persistencia. La cata comienza con buen pie… (90/100)
Y entonces, sin más, el primer golpe de efecto. La bota de Manzanilla 4 “Las Cañas”, saca de enero de 2007. Una manzanilla con 5 años de botella. Una manzanilla de terruño, ya que las uvas proceden de la finca “Las Cañas”, que da nombre al vino, y que como la 32, procede de la bodega Sánchez Ayala. De color oro viejo, es un vino mucho más serio y profundo que el anterior. Ha madurado. Se aleja del vino de consumo desenfadado, y se aproxima al vino de meditación. Mucho yodo. Algas. Café. Tostados y coco, con su característica nota punzante algo domada. En boca es muy cremosa, fresca, aún muy viva y punzante, afilada. Todo el carácter de Sanlúcar, en un momento de extraordinaria evolución. (95/100)
Los primeros vinos que seleccionó el Equipo Navazos eran para un consumo propio, más allá de que sabían lo que tenían entre manos. Jesús comenta que cuando decidieron embotellar la primera Bota De,  ya sabían de varios vinos que embotellarían como las siguientes botas. Uno de ellos era un fino, de la jerezana Valdespino. Como el anterior, un auténtico vino de pago; La uva procede de la viña Macharnudo Alto, lo mejor de lo mejor, del extraordinario Pago Macharnudo. Una selección procedente de 9 botas, de las que se embotellaron en rama escasas 800 botellas. Un saca de junio de 2006. Un fino que tenía un promedio de 10 años, y por el que han pasado 6 en botella. Un vino de un amarillo intenso, casi dorado. De aromas intensos e infinitamente complejos. Maduros. Desde mantequilla y alcanfor, pasando por el cacao, el café y la bollería, muchas notas dadas por ese velo de flor que lo acompaño durante su estancia en barrica. Especiado, me da una curiosa nota de ¡pimentón dulce! Es atípica, cambiante, camaleónica. Un vino único. Alguno me dice que huele a queso azul… una boca redonda, ligera a la vez que untuosa, porque no hay sensación de pesadez, muy amplia… esta en un equilibrio simplemente mágico, con un final que busca la eternidad. Creo que a varios no les gustó, no era un vino fácil. Rompió esquemas. A mí me enamoró. (97/100) 
Jesús comenta que para él, solo los finos y manzanilla experimentan un cambio significativo con el tiempo en botella, mientras que el resto de vinos se mantienen mas o menos estables. Con estos 2 ejemplos, no quedaron dudas.
El siguiente era uno de los platos fuertes de la noche, uno de los vinos más legendarios de todos los que se han embotellado bajo la Etiqueta de La Bota de: Manzanilla Pasada Bota Punta Nº 20. En internet encontraréis todo tipo de alabanzas a este vino, que también era de mis preferidos, y que quería comparar con otros titanes esa noche. Pero por desgracia, no fue la gran noche de esta extraordinaria manzanilla pasada, ya que estaba algo cerrada, y seguramente con un poco de oxigenación, habría alcanzado el cielo, que es lo que recuerdo de ella. Y aun así, hablamos de un vino tan grande... de nariz indefiniblemente compleja, salina, iodada, hasta medicinal, un atisbo a salmuera bien asentada, a nueces, avellanas... es enorme, y sigue cambiando; curry, especias, cardamomo, flores secas. Huele a marismas. Beberla, de un pequeño sorbo, es adentrarse en su gran amplitud, su acidez desbocada, a la vez que un paladar untuoso, que acaricia, profundo, punzante, sabroso y salino, te transporta directamente la brisa del mar. Tan pleno y equilibrado, con un final simplemente eterno. Y eso sin abrirse del todo... en el Olimpo de su género. (95/100) 
  Sí antes os hable de vinos míticos, aquí nos enfrentábamos, ni más ni menos, al que dio origen a todo esto: La bota de amontillado nº1. Procedente también de las bodegas de Sánchez Ayala en Sanlúcar,  es la selección que estos apasionados del vino de Jerez hicieron de 65 botas para dar el pistoletazo de salida a su aventura. Pero si con la bota 20 hablé de un vino cerrado, aquí no puedo más que mentar la claustrofobia que se vive en el cuento de Poe homónimo a este vino. Cerradísimo, y muy lejos de lo que puede llegar a ser. Al final de la cata, notas salinas, herbáceas... pero la reducción y una nota de mueble viejo lo siguen dominando todo. La boca es punzante, de una fantástica frescura, algo salina, potente, sedosa, de brutal acidez a la vez que elegante y de persistente final. No daré puntuación a este vino, por que no le dimos tiempo de expresarse. La desgracia es lo difícil que será tener la oportunidad de probar otra botella de un vino que ni siquiera se comercializó, y del que se embotellaron 600 unidades...

  Y hasta aquí la primera parte. La semana próxima, si no hay ningún inconveniente, posteo la segunda parte.
Y aprovecho para agradecer, sobre todo,  a mi buen amigo Javier, que me facilitó las fotos de este post, sin las cuales no sería lo mismo y que esa noche yo no pude captar. 

2 comentarios:

  1. Grandes vinos, además me queda algo de esa botas, al menos de la 1, la 2 y la 20. La evolución de estos finos y manzanillas en botella es espectacular, la Nº10 está ahora en un momento perfecto.

    Un saludo,
    Eugenio.

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    1. Hola Eugenio

      La verdad es que la cata fue espectacular. Yo había probado el 2 y el 4 en su momento, hace años, y la verdad que como dije le evolución es maravillosa. Por desgracia ya no me quedan de esas botas, y en cuanto a la 1, al menos tengo una 9, que se le parece bastante. Y una 20, guardada como oro en paño.
      En unos días posteo la segunda parte de la cata, con otros vinos maravillosos. La pena es que falto un NPI, que nunca he probado, a ver si aparece alguna por ahí...

      Un saludo y gracias por comentar!!

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