lunes, 19 de marzo de 2012

Agustin Blazquez Palo Cortado Superior. Lo bueno, en frasco pequeño


   Hay un conocido refrán que reza: “todo lo bueno viene en frasco pequeño”. Desde luego, muchos sabrán que este axioma no se cumple del todo en el mundo del vino. Por una simple lógica física, los grandes formatos favorecen la crianza, ya que a mayor volumen de líquido menor porcentaje de aire. Pero a veces, esta ley no se cumple, y nos encontramos alguna agradable sorpresa...
   Buscando algunas botellas para una cata de Riojas blancos que pronto comentaré, encontré en una tienda de Cádiz un botellín que me llamó la atención. Por solo 3 euros, tenían un Agustin Blazquez Palo Cortado Superior de 5 centilitros. Por el mismo precio que una media copa un Monvínic, corrí el riesgo y lo compré.
   Agustin Blazquez, bodega hoy desaparecida, y su producción absorbida por Domecq, fue uno de los nombres mas destacados dentro de los vinos de Jerez, ademas de uno de mis preferidos. Es tal vez la bodega que más importancia dio a una costumbre prácticamente desaparecida en la zona, la de elaborar jereces de pago. Algunos de esos vinos de pago provenían del Pago de Macharnudo, hoy conocido gracias a las diferentes sacas de La Bota de Fino, el fantástico fino del Equipo Navazos.
   Para mí, la primera sorpresa, es que siendo un botellín tenía corcho, no como la mayoría que simplemente cierran mediante rosca. Otro punto de calidad para Blazquez. Servido, una copa, que al menos fue suficiente para compartirla. Dentro de la misma, magia. Probablemente embotellado en la década del 50 o 60, esa única copa que pudimos beber todavía tenía el color límpido, de un marrón brillante. Tanta complejidad atraviesa el tiempo hasta nosotros: ¿cuantos frutos secos conocéis? Este palo cortado más. Avellanas, nueces, almendras, especias mediterráneas; tomillo sobre todo. Punzante, ahumado, notas de caja de puros, y café molido. Ese escaso trago, grandioso. Acidez brutal, pero graso, algo “gordo”, recordando mucho mas a un oloroso que a un amontillado. Notas otra vez de tomillo, ahumadas y café con leche. Y la persistencia, eterna, como su recuerdo.
 
Por desgracia para todos, Agustin Blazquez ya no existe. Pero esos vinos de las mejores albarizas, las del Macharnudo Alto, mantienen su legado lejos del olvido. Quienes tengan aún la oportunidad de probarlo, no lo dudéis: es historia de Jerez,que aún vive, aunque sea en frasco pequeño. 95/100

No hay comentarios:

Publicar un comentario